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divendres, 3 d’abril del 2020

Moltes gràcies Héctor i Juan Carlos (Equip Pis Acollida de la Associació Antisida de Lleida)

Bona tarda,

Us adjuntem una carta per que sigui llegida per algun/a pacient del hospital.

Moltes gràcies per la tasca que feu,

Salut, cures i ànims

Héctor González



En Lleida, al tres de abril del año 2020.
Para aquellas personas que hoy padecen en una cama de un Hospital. 
Hoy como muchos días agradezco poder hacer llegar esta misiva a quien le pueda servir. Me disculpan que no lo haga en catalán, apenas lo escribo y lo hablo, por tanto, lo respeto. Escribo desde mi experiencia como ser humano y paciente de hospitales y otros vaivenes. Quiero que sea un aporte al momento que se vive y les sirva. 

Conozco los centros de salud desde que nací, estuve en una incubadora con respiración artificial desde ese instante hasta un tiempo después respiré por mis propios medios y me llevaron a casa. Tal fue mi deseo de vivir que superé esa prueba y muchas más que se me han presentado. Era tan frágil que hasta las gotas de lluvia y mucha exposición al Sol me hacían daño. Y eso lo superé. la primera vez ya de ocho años que me mojé bajo la lluvia o pude exponerme al Sol sin inflamarme me sentí el ser más dichos de esta Tierra. 

Confinado en mi habitación durante gran parte de mi infancia y con visitas y análisis médicos interminables, aprendí a conocer al mundo a través de las imágenes de la ventana y los libros que me hacía llegar. Cuando pude salir al mundo me maravilló todo lo que tenía y tuve la gran oportunidad de conocer montañas, riscos nevados, playas y sobre todo gente. Ver gente me pareció y me parece la mejor experiencia que uno pueda tener. Aprendí a ver de frente todo lo que se me presentaba con minuciosidad y sobre todo la mirada de los demás. Allí vi lo que reflejaban. Comprendí aun mas que la vida es bella. Y por eso miro al firmamento y agradezco cada día.

Mientras crecía dibujé y dibujé y soñé como buen niño. Sabía de mis limitaciones, por eso no ingería todo alimento ni bebida. Particularidades que uno tiempo. Olvidé cuantas veces me ingresaron por padecimientos de mi cuerpo. Y luché para superarlos. Mientras pasaba esto me dediqué a desarrollar una capacidad de observación e introspección que la cargo conmigo. 

Esa lucha continua me hizo desarrollar la capacidad de valorar la Vida por si misma y el agradecimiento. Fue la alegría y no la tristeza que se afianzó dentro de mi persona. Estudié y hasta lograr titularme en la Universidad. Mis padecimientos no desaparecieron, los aprendí a llevar. Un buen día me dieron una noticia grave y debía prepararme, las posibilidades de vida se habían acortado, de eso hace tres décadas. Tenía dos caminos, darme por derrotarme o luchar y vivir. Decidí vivir y asumir ese reto tan grande que tenía. 

Ya sabía por vivencia que mi cuerpo se debilitaba con nada y que debía lidiar con lo nuevo y letal que se me había diagnosticado. Y en ese memento no se tenía claro casi nada. Y aquí estoy contándolo. Después de años, ya asumido ese nuevo reto sufrí un accidente que me dejó sin caminar y eso implicó varias cirugías en años. Los pronósticos eran reservados, sin embargo, salí bien librado con la paciencia adquirida de años.  

Agradezco hoy todas las personas que me acompañaron y me acompañan en este transitar, sobre todo al personal médico y sanitario, ellos constituyen un gran baluarte y nombrarlos a todos sería hacer una lista interminable. Me preguntará el porque escribo esto tan largo. Porque quiero dar un mensaje, un mensaje de aliento y optimismo, es lo que tengo, lo que he cultivado en todos mis años de existir. 

Se que a veces uno se achica y se anímala con las enfermedades, lo es y lo entiendo, pero también sé que uno crece como persona en esa intensidad de la vida que se tiene. La vida no es breve, la vida es intensa y hay que hay agradecer en ella lo más mínimo, como respirar, ver, escuchar, hablar, caminar y todo lo que ella implica. En la vida hay que dejar la queja a un lado y ver el lado del aprendizaje y positivo a todo lo que en ella sucede. Vivimos un momento crucial y estoy seguro que saldremos unidos y fortalecidos. Es una lección para recuperar nuestra humanidad. Cuanta falta nos hace, la prisa nos tenía perdidos. 

Todos hoy estamos confinados y ustedes en una situación muy especial y delicada. Espero de todo corazón que se recuperen, quiero mucho a mis hermanos humanos, mis congéneres sienten lo mismo que yo. A este traspié se le vence con amor y cultura. Con ese amor que salva nuestras almas y la cultura de la ciencia en manos de otros humanos que dan por todo por el todo para que mejoren. Adelante y ánimo que el equipo gana, siempre gana.  

Espero poder abrazarlos algún día y disculpen la perorata, 

Su hermano, servidor y amigo, 


Juan Carlos Barroeta Barazarte.

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